Pasados 15 minutos de la hora de reserva, ésta se dará por cancelada sin posibilidad de reembolso o modificación de la misma.
Muere un gatito.
El espacio es suficientemente amplio como para que no de claustrofobia, pero si aun así te agobias o sientes ansiedad se podrá pausar o incluso dar por finalizado el juego.
La empresa se reserva el derecho de admisión a todas aquellas personas que lleguen a la sala en estado de embriaguez o con claros síntomas de consumo de estupefacientes.
La sesión se podrá llevar a cabo siempre que el número de jugadores esté comprendido entre el mínimo y el máximo impuesto para la sala. El precio se ajustará al número final de jugadores.
El servicio se encuentra en la sala El Bosque, por lo que únicamente será accesible a los grupos que reserven esta experiencia cuando lleguen a él. Para el resto de grupos solo se podrá ir al inicio o al final de su experiencia.
Claro, siempre y cuando lo hagas con al menos 72 horas de antelación. Pasado ese tiempo, no se efectuarán cambios y el importe de la reserva no será devuelto.
Siempre a través de correo electrónico desde la dirección que se utilizó al realizar la reserva.
El Bosque es una sala de escape que únicamente puede jugarse en nuestro local:
Calle Sebastian Elcano, 21
28012 – Madrid
Metro Atocha – Embajadores
Actualmente El Bosque cuenta con tres modalidades de juego:
-Modo Pesadilla: modo de juego con contacto físico. Los actores podrán cogerte, arrastrarte… Prepárate para correr.
-Modo Tensión: modo con menor interacción con los actores. Se minimizará el contacto físico a lo indispensable.
-Modo Fairy Tale: modo misterio, no da miedo y no habrá actores. El juego es el mismo.
La edad mínima para jugar es de 16 años, siempre y cuando vengas acompañado de tu madre/padre o tutor legal.
Recomendamos traer ropa cómoda que te permita moverte y correr con libertad. Para «El bosque» se prohíbe el uso de tacones.
El miedo es algo muy sugestivo y que depende mucho de cada grupo y su actitud durante el juego. Los actores siempre intentan medir y adecuarse a cada persona. Si alguien llegase a pasarlo muy mal, se le dará una palabra de seguridad con la que se parará la experiencia de ser necesario.